Amig@s do Mar

miércoles, 10 de agosto de 2011

LA PLAYA DE LOS AHOGADOS



El género policiaco cuenta con una larga tradición. Desde Edgar Allan Poe y pasando por Conan Doyle, Ágatha Christie o Dashiell Hammett, muchos han sido sus cultivadores. Y actualmente, nos atrevemos a decir, con escaso temor a equivocarnos, que se está produciendo un resurgir de este tipo narrativo y no de escasa calidad. En efecto, son muchos los novelistas que se han lanzado al género







Y sus obras presentan, en líneas generales, un nivel literario estimable.

El último del que hemos tenido noticia es Domingo Villar (Vigo, 1971), guionista de televisión que ha cosechado un gran éxito con su primera novela, ‘Ojos de agua’ (2006) y ahora publica una segunda entrega con el mismo protagonista, un lacónico inspector de policía, gallego como el autor y llamado Leo Caldas.

El título de esta nueva aventura es ‘La playa de los ahogados’ (Editorial Siruela, 2009) y en ella Caldas debe investigar la aparición del cadáver de un marinero que el mar ha traido a una playa gallega con las manos atadas y de cuya embarcación no ha quedado rastro. Nuestro protagonista se traslada hasta la población para iniciar sus pesquisas pero se topa con el silencio de los vecinos, quienes, cuando se deciden a hablar, expresan unas sospechas demasiado insólitas.

Leo Caldas, que no atraviesa un buen momento, debe afrontar, por tanto, un caso oscuro. Para ello cuenta de nuevo con la colaboración de su impulsivo ayudante, Rafael Estévez, un aragonés que no acaba de encajar con su jefe.

Como anécdota graciosa, contaremos que la esposa del autor es también aragonesa. Ignoramos qué le habrá parecido el hecho de que su marido pinte un maño con tan malas pulgas.

Un cadáver en la playa desencadena esta nueva aventura de Leo Caldas
Volviendo al libro, destacaremos el personaje protagonista. Leo Caldas es, en efecto, un personaje bien construido, que nos recuerda, en cierta medida, al Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán, cuya influencia Villar reconoce, por otra parte. Se trata de un singular detective, que oculta su timidez tras un cigarrillo y al que le gusta beber vino blanco en la taberna de Eligio, pasear de noche por Vigo, contemplar el mar y escuchar jazz en algún club. Además, su individualidad es resaltada intencionadamente por el autor al ocultarse éste tras una aséptica tercera persona que no interviene en la obra.

Parece que Villar, que no tenía fácil repetir la buena calidad de su primera entrega del detective, ganadora de varios premios y traducida a -al menos- seis idiomas, ha conseguido elaborar una segunda aventura que no desmerece en absoluto de aquélla.

Pasar buén día,ser felices.


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